El ex alcalde de Nueva York compareció ante los micrófonos, el jueves 19 de este mes de noviembre, con la idea de reforzar el discurso según el cual Donald Trump no perdió la reelección en los votos sino en el fraude que le habría hecho la oposición. No importaba que hubiera acudido sin una sola prueba que sustentara esa tesis, lo importante era insistir en su denuncia, quizá abonando el terreno para que Trump vuelva a presentarse a la justa dentro de cuatro años.

El propio mandatario saliente le había hecho cartel al anunciar, en su siempre polémica cuenta de Twitter, que sus abogados, entre quienes se cuenta con rol prominente, Rudy Giuliani, divulgarían “un camino muy claro y viable a la victoria”. Pero en vez de estremecer a la nación, como seguramente se proponía, lo que hizo fue divertirla y abochornarla por un accidente cosmético que le dibujó dos ríos de tinte que saliendo de su pelo le recorría las mejillas.

En la misma conferencia de prensa, Giuliani acusó a los medios de haber hecho una “cobertura deshonesta”. Quizá como revancha, el New York Times se desternilló observando que Giuliani “parecía que estaba comenzando a derretirse” y publicó una nota de tono zumbón donde consultó varios peluqueros de Manhattan para que dijeran si el fluido negro era tinte o algún otro potingue. Por cierto, hubo consenso en que lo que le manaba del pelo de Giuliani no era teñidura sino rímel o algún pringue de tapar canas de los que se usan en emergencias.